Friday, November 5, 2021

COYUNTURA POLÍTICA EN EL SALVADOR - SEMANA 1DE NOVIEMBRE 2021

 



Coyuntura semana 1 de noviembre 21

Un pasado de inusitada actualidad Hace 32 años, en San Salvador, una bomba de alto poder destrozó las instalaciones de una de las combativas centrales sindicales de la época, FENASTRAS, integrante de la UNTS, con una clara línea anti-dictatorial y en favor de lograr una solución negociada al conflicto armado, con una paz justa, que pudiera abrir el camino a las transformaciones a las cuales el país y las grandes mayorías populares aspiraban. Esas aspiraciones encapsulaban una buena parte, aunque no todos, los orígenes del conflicto armado.

Este 31 de octubre, diferentes sectores populares se encontraron en la conmemoración instaurada en homenaje a esa fecha, designada como el Día del Sindicalista. En la memoria el recuerdo de los mártires, entre ellos Febe Elizabeth Velázquez, secretaria general de Fenastras y dirigente de prestigio nacional e internacional. Como muchos otros hechos de entonces éstos, que dejaron decenas de heridos además de 9 muertos, continúan en la impunidad.

En esta ocasión las marchas y concentraciones fueron de menor volumen que las masivas de recientes meses; sin embargo, señalan una continuidad en la línea de acción de calles por parte de diversas expresiones populares que rechazan de una u otra forma las políticas antipopulares del gobierno. En esta ocasión resulta inevitable trazar una línea de continuidad histórica entre aquellos trágicos acontecimientos, con su entorno de amplísima gama de expresiones de lucha social política de 1989, y las actuales circunstancias de organización de la lucha popular contra un régimen autoritario, que se escuda en un discurso populista para engañar a las masas pero que, en los hechos, actúa con las mismas intenciones que aquel gobierno de Arena, liderado entonces por Alfredo Cristiani, apoyado por la fuerza armada contrarrevolucionaria de aquellos días y por el imperialismo, que canalizaba todo tipo de recursos para favorecer los planes de descabezar, por el método que fuese, el movimiento popular y sus conducciones.

Es importante recordar estos hechos y quienes protagonizaban aquellas maniobras genocidas contra el pueblo alzado en rebeldía, porque una de las acciones más marcadas del actual régimen que enfrentamos es, precisamente, lograr que el pueblo olvide su historia, desconozca las formas que usaron las mismas clases dominantes que hoy siguen enarbolando el objetivo de controlar, descabezar y desarticular la organización popular como condición necesaria para consolidar su proyecto de dominación y explotación de las grandes mayorías populares. Son los mismos proyectos históricos de la oligarquía, la burguesía y el imperio.

Frente a ellos otro proyecto histórico, el de las clases populares salvadoreñas que hoy como ayer, aspiran a superar el actual sistema de explotación bestial, de miseria, hambre, insalubridad, muerte, crímenes, exclusión, desarraigo, expulsión de sus propios hogares y de su Patria, para poder construir, sobre sus ruinas, un sistema social justo y capaz de 2 albergar a todas y todos lo hijos de El Salvador en condiciones de vida digna, de paz, justicia y desarrollo social; un sistema al cual podemos llamar Socialismo.

Aquel bombazo del 31 de octubre representa ese conflicto histórico, el choque a muerte de dos proyectos antagónicos. Pero no porque pasen los años, porque se hayan callado los fusiles, porque se haya depurado en parte a aquellos militares asesinos, o porque algunos genocidas hayan salido del centro de la escena, no por ello el conflicto ha cambiado ni mucho menos, desaparecido. Lo que han cambiado son las formas. Los explotadores siguen siendo los mismos.

Los Bukele de hoy se asocian tanto en negocios como en sus planes de dominación con gran parte de aquellas familias que se conjuraron a lo largo del siglo pasado para exterminar toda oposición a sus objetivos económicos. En la actualidad, y momentáneamente, esas fuerzas reaccionarias no utilizan abiertamente el poder militar para controlar las demandas y exigencias del pueblo –pero mantienen esa fuerza en alerta y sobre sus bayonetas descansan-. Por ahora les basta mantener esa casta militar entre bambalinas, y sacarlas para la ocasión, como sucedió el 9F-20, o durante la pandemia para organizar cercos militares a ciudades enteras o, cada vez más frecuentemente, para impedir o entorpecer la movilización popular. Y no la utiliza más porque, por ahora, le basta con dividir para vencer, con engañar a fuerza de propaganda masiva y con la promoción del odio en la sociedad.

Sin embargo, aquellos recursos se van agotando. La propaganda falsa, los mentirosos anuncios publicitarios no dan de comer al pueblo hambriento; la “inauguración de obras” previamente inauguradas por anteriores gobiernos, crean imagen pero no fuentes de empleo. Los juegos de abalorios del Bitcoin no ponen comida en las mesas del pueblo sin salario, pero enriquecen a lavadores, delincuentes y especuladores.

De tal modo que más allá de los juegos de colores y las ilusiones, pasado un tiempito ya largo desde que, con sus promesas, la nueva alianza oligárquico-burguesa asomó su cabeza por los salones de CAPRES, las masas populares siguen en su miseria y abandono. Poco a poco muchos de aquellos sectores engatusados por el bukelismo van saliendo del sopor de la telaraña mediática.

En materia sindical, la viejas armas de dominación y división siguen vigentes. Aquellos sindicatos que durante décadas del siglo pasado dieron lo mejor de sus hijas e hijos a la lucha por la emancipación de las clases populares, se vieron en estos tiempos sometidos a todo tipo de maniobras, desde la creación de sindicatos amarillos paralelos, los famosos esquiroles que vemos en la corte de justicia y en innumerables sindicatos estales (ISSS, magisterio, salud), para eliminar del juego al auténtico y genuino sindicalismo combativo. Al mismo tiempo, en la empresa privada prevalece, en particular en las grandes empresas de todo el país, la imposición de limitaciones arbitrarias para el establecimiento de actividad sindical. Todo ello con el consentimiento del gobierno a través de las mafias lideradas por el ministro Rolando Castro desde su guarida en el ministerio de Trabajo.

Solo aquellos sectores de la burguesía que no han pactado aún con el bukelismo, son de algún modo acosados por Castro y sus secuaces, pero no para favorecer el sindicalismo 3 combativo, que jamás permitirán, porque provienen ellos mismos de las cloacas de los rompehuelgas pro-patronales, sino para chantajear a esa burguesía que, por ahora, ha decidido colocarse en la oposición, con el claro fin de postularse como “sucesora natural” de un eventual colapso del régimen, y por supuesto, mostrarse como claros candidatos a ser las figuras de recambio favorecidas por Washington, para darle continuidad a sus proyectos de dominación nacional y regional.

Al mismo tiempo, una serie de sindicatos, como sucede por ejemplo con los de docentes, entre otros, se han plegado de la manera más repugnante al servicio del gobierno en turno, aceptando los insultos a sus afiliados y en general a las y los trabajadores, como sucedió con las descalificaciones hacia los docentes por la ministra de Educación, así como las violaciones a la Ley de la Carrera Docente; la más reciente instancia fue el examen a educadores para próximas plazas en las que se incluye preguntas acerca de si el postulante está conforme con el actual gobierno; con su silencio cómplice los dirigentes magisteriales aceptaron las denigrantes acciones contra sus gremios, con el único y mezquino objetivo de preservar sus puestos sindicales. Es de registrar que desde las bases docentes van asomando otras manifestaciones, aún incipientes, que se pronuncian en contra de las políticas en el sector y piden la destitución de la ministra.

Recordemos que la manipulación de sindicatos existentes junto con la creación de sindicatos paralelos de corte “oficial”, son parte de las líneas de acción típicas de los regímenes fascistas y neofascistas: Controlar los sindicatos para controlar las luchas populares, manipular la opinión pública para mediatizar el descontento y utilizar sindicatos de fachada para organizar movilizaciones, ya sean en apoyo al gobierno o como fuerzas anti obreras y rompehuelgas.

En todo caso, cada vez surgen más aristas y señales, no solo del talante autoritario sino de los métodos neofascistas y clásicos fascistoides de este régimen, envuelto en discursos que proclaman modernidad, tecnología, desarrollo, pero que no son más que patrañas reaccionarias vacías de contenido.

Un falso patriotismo que apesta a neofascismo


Si más de un aspecto de la realidad de hace 30 años parece reflejarse en el actual universo sociopolítico de El Salvador, también es necesario precisar que la historia sirve como referencia siempre y cuando se la contextualice; de otro modo se corre el riesgo de caer en manos de embaucadores que nos muestren el tentador pero falso y derrotista camino del mecanicismo, que lleva a pretender repetir la historia y las soluciones aplicadas en otros momentos, sin contar con el factor esencial de mirar objetivamente la realidad concreta en el momento concreto. La historia ofrece lecciones, pero no para repetirlas mecánicamente.

El patriotismo, la defensa de la Patria frente a la agresión extranjera (comunista) fue otro de los argumentos que la dictadura de hace 3 y 4 décadas esgrimía en su combate contra la organización del pueblo. La lucha contra el comunismo, la defensa de supuestos valores sagrados, que solo lo eran en la medida que garantizaran el sacrosanto valor de la tasa de 4 ganancia de la oligarquía, y el plus valor de asegurar la dependencia hacia los EEUU, era materia permanente de la propaganda militar en la guerra contra el pueblo.

Hoy el falso patriotismo, más bien patrioterismo, empieza a ser utilizado por Bukele y su camarilla como nuevo factor de distracción ante la continua serie de descalabros en los asuntos de gobierno y, en especial, frente a la profundización de la crisis económica en todos los ámbitos.

Esta vez, consecuentes con su línea narrativa de aparecer ante las masas con discursos que siempre pretenden disfrazar de progresistas, de defensa de los intereses populares, frente a los que el mismo régimen se ha encargado de señalar como los enemigos del pueblo, ha empezado a utilizar con mayor insistencia una narrativa seudo-nacionalista con una pose anti-estadounidense que nadie cree, pero que pretende oponer a las críticas que se originan, en algunos casos desde los Estados Unidos, tanto desde la comunidad salvadoreña en aquel país como desde estructuras imperiales, pero que también tienen sus fuentes en El Salvador. En este último caso, se incluyen sectores francamente dependientes, desde el punto de vista ideológico y financiero, de los intereses norteamericanos. No han faltado, por ejemplo, voces desde una supuesta “sociedad civil” esperanzada en que sea una mano del Norte quien resuelva los problemas del pueblo salvadoreño con el gobierno autoritario de Bukele.

El régimen, buscó al mismo tiempo deslegitimar las críticas y la protesta social como producto de un intervencionismo yanqui; pero apunta con más profundidad a atacar a sus verdaderos enemigos, el pueblo movilizado y sobre todo organizado. Por ello busca descalificar esas manifestaciones afirmando que son producto del financiamiento gringo. Lo cierto es que es innegable que, tanto sectores de la burguesía que apuntan a ser el relevo del régimen con aval de los yanquis, como ciertos sectores de la izquierda reformista y tradicionalmente claudicante o vacilante, han mostrado y siguen mostrando una pertinaz esperanza en una “solución made in USA”, que jamás podrá ser aceptable para fuerza revolucionaria alguna.

Se ofenden cuando se les caracteriza de revisionistas o reformistas, pero no dudan en mostrar, cada vez que pueden, su “confianza” en sectores “progresistas”, a los cuales hasta tildan de “izquierda” del establishment estadounidense, empezando por algún ala del Partido Demócrata de los EEUU; algunos se atreven hasta a proponer activos cabildeos en Washington con estas expresiones imperiales. Parecen ignorar o querer olvidar la historia de infamias e intervenciones estadounidenses, escritas con sangre de los pueblos, no solo en El Salvador sino en toda América Latina y el Caribe.

Aquí es donde Bukele y sus propagandistas pretenden clavar su puñal de doble filo para, atacando en apariencia la “injerencia gringa”, golpear en realidad al conjunto de la movilización popular, pretendiendo teñir a todos con la misma tinta. Falso, pero peligroso sino se confronta y se dejan claras las posiciones.

Está claro que muchos sectores sociales que se manifiestan en las calles y en los medios y redes son antigubernamentales, pero no todos, ni mucho menos, son anti- 5 imperialistas. Esa línea demarcatoria debería servir como guía a las y los revolucionarios en esta etapa de la confrontación, a la hora de considerar las políticas de alianzas, tácticas o estratégicas, adecuadas al momento.

El nacionalismo como cortina de humo


Pero si para algo le está sirviendo a la camarilla gobernante el discurso patriotero y seudonacionalista de Bukele, es para cubrir con otra densa cortina de humo una muy desagradable realidad. Según la UCA, hasta el 31 de agosto se contabilizan 789 personas desaparecidas en 2021, un promedio de 3.3 cada día. Según otras fuentes suman más de cinco mil desapariciones desde la llegada del actual gobierno en 2019. Una dramática realidad que nos sigue hablando de secuestros de jóvenes mujeres y hombres en todo el país, que jamás aparecen, y que por lo tanto, no engrosan la muy cuidada cifra gubernamental de homicidios, pero que pueblan las redes sociales con rostros juveniles, sonrientes, de gente estudiosa, sana, trabajadora, a quienes sus padres, amistades o vecinos, buscan desesperadamente y que, con un fatalismo demoledor, parecen dar por muertos casi desde el instante que empiezan a buscarlos.

Ese drama social, ignorado por la prensa oficial, esforzada en seguir inaugurando obras ya previamente inauguradas por los dos gobiernos del FMLN, retumba como un cañonazo en las redes sociales y en los periódicos de oposición, que han hecho sonar las alarmas ante el ingente número de casos que se acumulan a diario en todo el país. A esto se suman las fosas comunes que van apareciendo en distintos municipios y que, nuevamente, el gobierno minimiza, buscando en lo posible, ocultar la información.

En este tema es importante señalar la actitud cínica, inhumana, salvaje, pero que los pinta de cuerpo entero, de los funcionarios de gobierno. Tal el caso del diputado de GANA, Romeo Auerbach, que con su cinismo habitual, recomienda a la población no esperar la ayuda del gobierno o las fuerzas de seguridad, sino que cada ciudadano se cuide a sí mismo porque “no se puede tener un policía o soldado por habitante”. ¿A dónde habrá quedado el “exitoso” Plan de Control Territorial? Como respondieron de inmediato los usuarios de redes sociales al desalmado funcionario, hay efectivos para poner dos soldados a resguardar cada una de las máquinas para cajeros bitcoin (Chivo) que hay en el país, pero no para aumentar la vigilancia frente a los secuestros

El lenguaje nacionalista le está sirviendo también al régimen para encontrar un causante de las disidencias internas que han ido apareciendo en el partido Nuevas Ideas, no solo a nivel de la bancada celeste, ya conocidas en más de un círculo político, sino sobre todo a nivel de las alcaldías gobernadas por el partido oficial, y cuyos ediles empiezan a sentir crecientemente la presión de sus vecinos ante la imposibilidad de gobernar sin fondos, en la medida que estos han sido secuestrados por la administración central.

El discurso nacionalista viene a complementar el de la pandemia como excusa para todo tipo de arbitrariedad. Pero este último argumento solo es válido cuando la enfermedad está bajo control. Cuando las cifras se disparan, los muertos aumentan y los contagios crecen exponencialmente, entonces los argumentos acerca de la efectividad de la política se desvanecen al no ser comprobables, y ya no se justifica con igual facilidad la corrupción 6 galopante, el nepotismo y la incapacidad. La nueva cortina de humo pasa a ser, pues, el discurso seudo-nacionalista. Por cierto, ni siquiera esa cortina está resultando efectiva ante la captura de droga en España proveniente del puerto de Acajutla, y bajo control directo de CEPA, es decir del gobierno de El Salvador.

La Nueva República, el narco-estado bukeliano, parece haber recibido unos primeros golpes. Sirven estos para reafirmar nuestra posición respecto a las intenciones últimas de la imposición de cripto-monedas en el país como elemento inicial para la organización del narco estado salvadoreño.

Mientras tanto, en medio de la crisis política las finanzas públicas siguen a la deriva, el acuerdo con el FMI, imprescindible oxígeno para este gobierno sobregirado hasta lo inconcebible, continúa en el limbo, la canasta básica sigue disparada, mientras aumenta nuevamente la gasolina y los fondos de pensiones se acercan cada vez más a ser víctima de la voracidad del régimen.

El panorama y las perspectivas parecen seguir un curso claro y sólido. El gobierno calculó que la redes sociales bastarían para mantener a la población adormecida, pero este recurso se agotó tan rapidamente como la capacidad del gobierno para manipular la información. En la medida que la crisis sanitaria, el alto costo de la vida, la inflación y el desempleo endurecieron la vida del pueblo, este comenzó a exigir sus derechos, y a movilizarse en consecuencia. Allí las redes sociales poco tienen que hacer, por más que las manejen maestros del engaño como los que tiene CAPRES. RLL

El hueco sonido del silencio

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